Es una organización cultural formada por personas interesadas en adoptar un "nuevo estilo de vida" que les brinde la esperanza de vivir 100 años o más, gozando de buena salud, con mente sana en cuerpo sano
y disfrutar el placer de vivir y crecer espiritual y humanamente, en un mundo feliz, de amor y paz. Compartiendo la experiencia de la aventura de la vida, convertida en una obra de arte personal: El Arte de Vivir.
La húngara Brigitta Sinka, de 87 años, batió el récord de partidas de ajedrez simultáneas que mantenía el cubano José Raúl Copablanca desde la década de 1920. AGENCIA EFE | JUNIO 29 DE 2015
El maestro cubano (1888-1942), campeón mundial entre 1921 y 1927, mantenía su récord de 13.545 partidas simultáneas, pero la veterana húngara batió anoche la marca con 13.600 juegos.
Pese a su avanzada edad, Sinka, dos veces segunda en campeonatos húngaros, sigue activa, ha documentado todas las jugadas y ahora espera que su hazaña sea reconocida como un récord Guinnes.
"Soy una mujer. Recopilo minuciosamente, esto fue muy natural desde los inicios. Tengo los cuadernos ya amarillentos que muchas veces reviso", explicó la ajedrecista conocida como "doña Bici".
Sinka aprendió a jugar a los 4 años de edad y hace años, cuando alcanzó las 10.000 partidas simultáneas, quiso dejar el ajedrez, pero cuando se enteró del récord del cubano decidió seguir, hasta batir esa marca.
Capablanca simultánea de niño
Brigitta Sinka
José Raúl Capablanca.
Desde 1962, en Cuba se celebra el torneo internacional "Capablanca In Memoriam" en honor del mayor maestro de ajedrez del país.
Cuando una buena amiga cumple 80 años veremos caras felices.
Todas han ido envejeciendo con ella y aunque faltaban algunas otras por las calamidades del destino, las presentes la apoyan y sienten el compromiso de acompañarla en este gran acontecimiento.
!Nuestra hermana Orquídea cumple 80 años! y es que a pesar de ello sigue siendo tan activa en nuestra iglesia que aquí mismo celebraremos sus 100.
-Orquídea siempre tiene una sonrisa dibujada en su rostro, lo mismo para los nuevos que llegan que para los que la conocen hace muchos años- Dicen las amigas más cercanas. -Su sonrisa es un bálsamo para todos, con el verdadero espíritu de la Virgen y su Hijo Jesuscristo. Se mantiene siempre igual, delgada y positiva. No pelea ni refunfuña, se adapta a todas las situaciones y por eso es muy respetada por todo el que la llega a conocer-..
- Nos conocimos desde jovencitas, cuando nuestros hijos eran niños y ahora que tenemos nietos y bisnietos seguimos esta linda amistad-.
Y es muy reconfortante el encuentro con amigos de la misma edad e intereses comunes, sobretodo cuando las caras son familiares. con la única diferencia de que ahora tenemos una edad más avanzada y el cabello blanco. Nuestra disposicón para la vida y para el servicio a Dios sigue siendo el mismo.
El Programa de Envejecimiento Activo consta de cuatro módulos. Para aprender a envejecer que es una etapa en la que debemos asumir una realidad con dignidad y alegría porque se da una sola vez en la vida.
Es una escuela del envejecimiento en la que aprendemos a ser libres y competitivos con nosotros mismos, a sentirnos mejor y más seguros porque tenmos todo el tiempo para dedicarlo a nosotros, a lo que nunca pudimos hacer por los compromisos que implica la vida. Un programa para sentirnos saludables física y mentalmente realzando nuestras habilidades, la memoria y para compartir con otros de la misma edad que jamás pensaron que a esta nueva etapa llamada vejez le podemos sacar el jugo.
Nació en Rosario, vive en Tucumán, corre en todos lados. "No existen los viejos, existe la edad interior, la que sentimos", afirma el deportista que asombra por su vitalidad; "No tengo tiempo para el pesimismo", sostiene, y desafía: "Quiero ser campeón mundial a los 100 años"cuerpo suele ser una máquina perfecta, si se lo protege, si se lo cobija. Si todos los días se lo riega con afecto. Los ojos claros de Efraín Wachs se abren a las 7, ni un minuto antes, ni un minuto después, de modo natural. Se despereza, se baña, se afeita, se viste con una chomba, un short y las zapatillas y se prepara el desayuno. Con una buena dosis de calcio. "A mi edad y como corro, tomo mucha leche descremada. La acompaño con cuatro galletitas Quaker, con queso descremado y miel", detalla. A las 9, su sabiduría recorre la plaza San Martín, de Tucumán, donde le enseña a un grupo de ancianos el arte del atletismo. Los contiene, les aconseja. Susurros en los oídos y palmadas en la espalda. "A los 50, el cerebro empieza a perder volumen; entonces, la mejor forma de evitarlo es la actividad física", sugiere. Se trata de seguir disfrutando de las últimas páginas del almanaque de la vida. Al mediodía, los almuerzos se nutren de ensaladas y de frutas, con otra taza de leche. A lo sumo, una hora de siesta. "No tengo tiempo que perder", suscribe.
Suele leer La Gaceta de Tucumán y hojear Ámbito Financiero. "Necesito mantenerme informado, porque además de ser atleta soy contador. Trabajo con asociaciones, mutuales, centros de jubilados y cooperativas. Sigo trabajando con la computadora. El celular mucho no me gusta", dice. Y completa la escena de un día cualquiera: a las 21, disfruta de un sándwich con queso descremado. Suele caer rendido en el sillón para ver televisión hasta medianoche. Noticieros, deportes, películas. Se desploma en su cama durante ocho horas. No se levanta ni una vez para ir al baño, como cualquier hombre en el ocaso de la vida.
-¿Alguna medicación para dormir?
-No tengo tiempo. Bueno, cuando me acuerdo, tomo tres pastillitas: una roja, una verde y una blanca. La roja es ginseng, la verde es para evitar la anemia y la blanca es por la próstata, porque me operaron a los 75 años. Ese día les dije a los médicos: "Voy a volver dentro de 75 años".
-¿Qué piensa de los médicos?
-Que de algo tienen que vivir. Y los farmacéuticos, lo mismo. Yo no les doy importancia, porque también quiero vivir.
Efraín suma 96 vueltas de la vida, el 12 de marzo va a cantar el 97° cumpleaños feliz. Nacido en Rosario en 1918, se recibió de contador en la Universidad Nacional del Litoral en 1945. Durante 40 años trabajó en el Banco Nación de Casilda, a 50 kilómetros de Rosario. "No falté ni un día, si nunca me enfermé. Me tomaba el ómnibus El Rosarino, ida y vuelta." Un suspiro como inspector en Salta y a partir de 1960, descubre Tucumán, su lugar en el mundo.
A los 20 años, se paran las rotativas: lo atropella un ómnibus. Los especialistas lo martirizan: puede perder la pierna izquierda, por unas múltiples fracturas. Salva el pellejo y, tal vez, transforma el destino. Mueve, ahora mismo, casi 80 años más tarde, esa misma pierna en pausa. Suavemente, una rítmica postal.
Efraín suma 96 vueltas de la vida, el 12 de marzo va a cantar el 97° cumpleaños feliz
"Correr es vivir", asegura, con voz amable, con el acento de la ternura. De paso por Buenos Aires, aprovecha para darse el gusto de unas vueltas por el parque Centenario. No corre: levita. Va y viene, en puntas de pie. El cielo queda lejos: sigue respirando el aroma de las mariposas, como el primer día, casi un siglo atrás. Efraín es un atleta de la tercera edad, parte del exclusivo círculo de los deportistas masters. Tiene 25 medallas en campeonatos del mundo; de ellas, seis son doradas; nueve, de plata y diez, de bronce. Según las últimas clasificaciones, está dentro de los diez mejores atletas del mundo mayores de 95 años. Desde los 80, es un profesional en el deporte más completo de la Tierra.
Aburrido de ganar en los torneos provinciales, argentinos y sudamericanos, se convirtió en leyenda en los mundiales de atletismo para veteranos. Suele participar en las pruebas de 100, 200, 400, 800, 1500, 5000 y 10.000 metros. "Ahora, mis hijos no quieren que haga estas dos últimas competencias. Tienen miedo por mi salud", se divierte don Efraín. La vedette, para este pequeño gran hombre, es el cross country. Su recuerdo más sensible -y dorado- vuela hacia Finlandia, a los 90, rodeado de ocho kilómetros de montañas, heladas, altura y desertores. "Salí en la tapa de un diario de Dinamarca. No sé qué decía, debe haber sido «El héroe del atletismo»", recuerda. Siempre recuerda. O no olvida, que es un paso más intenso, más profundo.
Empezó dando vueltas por su casa. Anduvo por Buenos Aires, Uruguay, Bolivia y Perú. Cuatro mundiales.
Efraín es un atleta de la tercera edad, parte del exclusivo círculo de los deportistas masters. Tiene 25 medallas en campeonatos del mundo; de ellas, seis son doradas; nueve, de plata y diez, de bronce
"En Puerto Rico fui campeón en los 10.000 metros, llovía mucho y los médicos querían que frenara. Yo les decía: «No vine desde la Argentina para abandonar?» Tenía 80. También corrí en el País Vasco, en el estadio de la Real Sociedad; es imponente".
En Finlandia, a los 90, fue el único que corrió todas las distancias entre 5250 atletas: "¡Ahí gané seis medallas!".
Y el último, en Porto Alegre, al cumplir... 95 años.
"Mi sueño es disputar tres mundiales más. El próximo es en Francia, este año. Necesito algún sponsor, por favor, que colabore. Sólo me ayuda mi primo Mauricio, por ahora. Pero hay que ir paso a paso: primero, el Torneo Argentino, en Resistencia; luego, el Campeonato Sudamericano, en Montevideo. Cuando cumpla 99, voy a disputar el Mundial de Perth, en Australia. Quiero ser campeón mundial a los 100 años. Ése es mi objetivo", confiesa, como si tomara alguna mágica poción. Como si este personaje hubiera sido parte de una película de Disney. Ni hadas, ni duendes. Ni besos, ni ranas, ni encantamientos. Un loco por la vida. Un libro abierto de sabiduría. "Y después le voy a pedir a Dios llegar a los 110. Posiblemente, a los 120 voy a descansar", se divierte con la ocurrencia.
Efraín se convirtió en leyenda en los mundiales de atletismo para veteranos
Para celebrar sus cumpleaños, cuando otros, en el ocaso de sus historias, soplan imaginarias velitas en geriátricos desvencijados, Efraín sale a la calle y se disfraza de maratonista. Corre 100 metros por cada año cumplido. La idea es alcanzar, en marzo, 9,7 kilómetros en la plaza Independencia. Rodeado de cientos de vecinos, con la música del ejército doméstico de fondo. La ciudad frena su marcha convencional. Cada 20 metros, una ambulancia lo recorre, lo asiste. "Los médicos me preguntan: «¿Estás bien, podés seguir?». Me fastidian un poco."
De pequeño, metía goles y triples. Sin embargo, el sabor de los días era un tablero de ajedrez y una pista de atletismo. Tiene otras pasiones: no se puede llegar a los 100 años con una sola debilidad. Baila tango, milonga, paso doble. También el rikudim, la clásica danza israelí. "Son siete mujeres y yo. La paso muy bien", asegura, con un guiño de ojo izquierdo, como si tuviese la mejor carta del mazo entre sus manos.
"Quiero ser campeón mundial a los 100 años. Ése es mi objetivo", dice
Miriam, el amor de siempre, a la que llamaba "novia", así, a secas, falleció el 10 de octubre de 2011. "Estuvimos juntos 170 años, 85 y 85", bromea, sin nostalgia. "Tuve muchas novias antes que ella, muchas mujeres. Pero cuando la conocí, en el viaje a Salta, fue única. Dejé a todas. Tenía un vestidito blanco y me enamoré en ese momento. Fue en el 46. Lástima que no quería correr. Ella caminaba y yo trotaba", precisa. Sabe "un poquito" de inglés, francés, italiano, hebreo y, también, idish, la antigua lengua judía. Simpatizante moderado de Rosario Central, lector empedernido de Harry Potter, suma tres hijos que viven en Buenos Aires, en Tucumán y en Barcelona. Ocho nietos y un bisnieto de dos años.
"No existen los viejos, existe la edad interior. La que sentimos. Tengo una poesía que termina diciendo: porque actividad es vida y vida es actividad. No tengo tiempo para el pesimismo", cuenta, pies en la tierra, ojos vivaces. Sonrisa de niño recién nacido.
-¿Nunca se enfermó?
-No tengo tiempo.
-Nunca estuvo delicado. Nunca perdió el optimismo.
-Nunca. Te dije: no tengo tiempo.
-¿Y para qué sirve el tiempo?
-Para mí, para correr.
-¿Siente que es un elegido, un privilegiado? O, por el contrario, ¿en cuánto ayudó a la suerte?
-Yo soy optimista. Para mí hay que correr y ser optimista. Hasta los 100 años no pienso enfermarme. Después, veremos.
-¿Qué le genera que haya gente mucho más joven que usted derrumbada, deprimida? ¿Qué le podría decir?
-Los hago caminar. Por ejemplo, a un señor que tenía 95 años y que estaba encerrado en la casa, porque había perdido a la hija en un accidente. Le dije que tenía que hacerlo por los hijos y por los nietos. Corrió, ganó medallas, le cambió la vida. Fue campeón mundial a los 99 años. Mi lema es "vivamos 100 años". Y murió? a los 100 años.
Para mí hay que correr y ser optimista. Hasta los 100 años no pienso enfermarme. Después, veremos.
-Imagino que se le fueron varios amigos. ¿Cómo hace para no caerse, para que no lo atrape la soledad?
-Sigo corriendo, sigo haciendo actividad. Y mucho optimismo. No jubilarme jamás.
-Pasan cosas delicadas, graves en la sociedad. Según su teoría, haciendo deporte el mundo estaría mucho mejor.
-El deporte es salud. Y sí, la sociedad está enferma por la falta de incentivos. Caminar, trotar, correr. Despertarse.
El deporte es salud. Y sí, la sociedad está enferma por la falta de incentivos. Caminar, trotar, correr. Despertarse.
-Vivió revoluciones, dictaduras, guerras, la vuelta a la democracia. De todo.
-Hay que recordar con cariño los buenos momentos y olvidar o superar los malos. Supe superar siempre todo lo malo.
-¿Alguna vez le dijeron "basta de correr, hablemos de otra cosa"?
-Moderadamente...
Se ríe con ganas. Don Efraín es la enciclopedia de las pequeñas cosas de la vida. Cuando todo parece pedido, sólo hay que escucharlo. Descubrir qué hay detrás de sus ojos claros.
OTRO HITO: EL DÍA QUE LE GANÓ A ALEKHINE
De joven, su primera pasión fue el ajedrez; a los tres años ya sabía leer
Si Wachs no corre, vuela con el pensamiento. De pequeño, se enamoró del universo de los trebejos. A los tres años aprendió a leer y escribir. Le enseñaron dos tías, de 15 y 16 años: Sarita y Dorita, que eran maestras. A los cuatro, aprendió a sumar, restar y multiplicar. A los cinco, cayó en sus manos un libro. Era rojo, con letras doradas. Escrito por el campeón mundial de ajedrez, Emmanuel Lasker, filósofo y matemático alemán. Lo devoró. Aprendió todas las piezas y las estrategias. Fue campeón en todas las categorías juveniles. También de grande. Y hasta le ganó una partida a Alexander Alekhine, un mítico campeón mundial. Su memoria es una bofetada al asombro. Recuerda la partida, paso a paso: "Jugó contra los diez mejores de Rosario. Yo tenía 20 años, era el mejor de Casilda. Me dio changüí: me regaló un peón, a cambio del ataque? Con mi rey conseguí frenarle su ataque? Le entregué el alfil con jaque, estaba obligado a comer. Era el mejor del mundo, pero un mal perdedor. Cuando vio que ya no tenía defensa, se enojó, volteó las piezas y no quiso firmarme la planilla. Le dije: «Maestro, pienso que mi firma vale tanto como la suya». Y se fue..."
LA GUÍA DE LOS 10 CONSEJOS PARA GUARDAR
En el Mundial de Puerto Rico, dormía todas las noches en una escuela, en una suerte de campamento de atletas ancianos. Uno al lado del otro. La directora les pidió a los deportistas que compartieran un pensamiento para los jóvenes en la despedida. Efraín se paró en la mitad de la sala y dividió el escenario en dos mitades. El "sí" a la derecha y el "no", a la izquierda. Y les recitó los diez mandamientos de un deportista. No: al alcohol, a la droga, al tabaco, a la violencia, a la guerra. Sí: al trabajo, al deporte, a la actividad, al compañerismo, al amor.
NUNCA ERES VIEJO PARA CORRER. TE HACES VIEJO AL DEJAR DE HACERLO.
Paul Averhoff fue una leyenda como corredor de maratón. Incluso ganó la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Melbourne en 1956. Pero los días de gloria han pasado. Ahora tiene más de 70 años y vive con su esposa Margot en un asilo donde para entretenerse solo puede elegir entre el coro o las clases de manualidades. Y no aguanta más. Como terapia se calza sus viejas zapatillas y ante el asombro de compañeros y cuidadores empieza a correr a diario por el parque de la residencia dispuesto a prepararse para la maratón de Berlín y repetir viejas hazañas. Con su empeño consigue el apoyo incondicional de “casi” todos sus vecinos de residencia. Pero las circunstancias propias de su edad le hacen caer en una gran depresión. Tendrá que buscar fuerzas para recuperar la ilusión, alcanzar su objetivo y cumplir la promesa que ha hecho a Margot. (FILMAFFINITY)
Premios
2014: Premios del cine alemán: Mejor actor (Dieter Hallervorden)
Estudiar es la mejor terapia para la mente. Hay una frase muy conocida que reza; EL SABER NO OCUPA LUGAR.
Muchas personas adultas se gradúan en las universidades. Son ejemplo para los jóvenes que conviven con ellos y que a veces por necesidad deben incorporarse en al trabajo.
Como adulto mayor Ud. puede sentir la inquietud de aprender. La sociedad en la que estamos inmersos nos impone actualizarnos y de esta manera también podemos alargar nuestra esperanza de vida. Esto nos da la oportunidad de vincularnos a grupos de interés común y con el cual podemos intercambiar. Es una excelente oportunidad para adquirir conocimiento y sabiduría.